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Este vino es la prueba de que la Criolla puede jugar en las grandes ligas. Nacido en Las Compuertas (Luján de Cuyo), este tinto ligero rompe con el prejuicio del “vino de damajuana” para ofrecer una experiencia de elegancia y sutileza sorprendente.
Es un vino de color rubí pálido, etéreo y vibrante. Ideal para beber refrescado, es la opción perfecta para quienes buscan vinos con “drinkability” (tomabilidad) extrema, pero con la complejidad de un viñedo histórico cuidado al detalle.
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Proyecto Las Compuertas Criolla | El renacer de un clásico
Dentro de Finca Victoria, el predio de los hermanos Durigutti en Las Compuertas, existe un respeto absoluto por la historia viva del lugar. Esta etiqueta nace de un viejo parral de Criolla Chica recuperado, una variedad que durante décadas fue relegada a vinos de volumen y que hoy, gracias a una viticultura de precisión, muestra su verdadera cara. Es un vino de “arqueología”, que busca conectar con el pasado vitivinícola de Mendoza desde una mirada contemporánea y sofisticada.
El manejo del viñedo es orgánico y la elaboración busca la transparencia total. Se utiliza huevo de cemento para la fermentación con levaduras nativas y para la crianza, evitando cualquier contacto con madera que pueda opacar los aromas delicados de la uva. El cemento, por su forma ovoide, mantiene las lías en movimiento continuo, aportando una textura sedosa en boca que compensa la ligereza natural de la variedad, logrando un equilibrio perfecto entre peso y frescura.
Sensorialmente, es un vino que enamora por su delicadeza. A la vista es rojo tenue, casi un clarete. En nariz es sutil y complejo: aparecen notas de granada, cerezas ácidas, tierra seca y un fondo floral de rosas. En boca es pura electricidad; tiene una acidez vibrante, taninos de tiza muy finos y un final seco y largo. Es un vino intelectual y a la vez instintivo, que invita a descubrir la otra cara de Luján de Cuyo.
Quesos de cabra, carpaccio de lomo, ensaladas con rúcula y parmesano, o pastas con manteca de salvia.
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